Es cierto que desde que apareció el selfie y las redes sociales se ha iniciado una división de pensamientos; entre los que opinan que nos hacen ser más egoístas y egocéntricos, y los que creen que es una nueva fase artística. Por eso, de alguna manera a través de esta reflexión explicaré hechos y características, de este modo cada uno puede afirmar o negar un pensamiento o ambos.
Para empezar, Joan Fontcoberta lo que quiere transmitir con esto es que la novedad no es mala, sino que de lo contrario, nos ayuda a valorar la capacidad que tiene el ser humano de progresar y su necesidad por conocer más y más. Pero el problema de esto es que ante esta novedad tendemos a creernos por encima de la naturaleza y a usarlo de forma errónea o sucesiva, es decir, siempre es mejor hacer las cosas bien en calidad y no en cantidad. Con el tiempo hemos decidido la cantidad, ya que con la aparición de las redes hemos querido transmitir una apariencia contraria a lo que verdaderamente somos debido a que detrás de una pantalla puedes elegir tu comportamiento o actitud. No solo ha sido culpa nuestra que sucediese esto, sino que de algún modo ha habido por parte del marketing una manipulación psicológica para generar incluso adicción, y un claro ejemplo es el que Fontcoberta nos introduce con el anuncio que hizo Samsung de que la cámara es necesaria para no perdernos los mejores momentos de nuestra vida. Con esto se puede ver esta manipulación de sentimientos con el cadáver que una chica se encuentra, haciéndolo en vez de un momento trágico, un momento insignificante. Es falso que es necesario una pantalla para no perdernos los mejores momentos de nuestra vida (Samsung es consciente y únicamente es un medio para vender más) ya que te aleja de una realidad y te crea otra con esta pantalla. Las mejores experiencias son las que quedan en los recuerdos.
El selfie en si no nos hace ser narcisistas, sino que es el uso que cada uno le da, pueden ser tomadas por un recuerdo haciendo que sea de forma adecuada. Pero si son tomadas en mayor cantidad únicamente como intercambio de mensajes, que puede hacer que queramos fardar de donde estamos y con quien o puede transmitir motivaciones. Lo que ha sucedido es que se ha convertido en un adicción y un placer, por eso, no solo es una moda, sino que es un nuevo género fotográfico que puede ayudarnos a entendernos y corregirnos. Por todo esto, la postfotografía tiene sus luces y sus sombras y el encargado de hacer que sea algo bueno es cada uno.